Finalmente no me enfermé. Hoy planché. Preparé el café. Me vestí de rojo. Tomé una centrum. Quité una pestaña del interior de mi ojo y cayó sobre el teclado, la estoy viendo sobre la letra "Y". Volteo y la pestaña ha desaparecido. Imprimí un estado de cuenta de dos meses atrás y veo que el banco cobra muchas comisiones. Seguramente la pestaña se pegó a uno de mis dedos porque ahora está sobre la letra "N", seguiré la ruta quizá sea un mensaje oculto.
Llama C y me dice que se comió el atún que quedaba, y yo pienso que no tenía que avisarme, pero no puedo evitar eliminar la posibilidad de comer atún el día de hoy, como si en una lista inexistente de posibles comidas la tachara con una pluma roja. La pestaña ahora ha caído al espacio entre la letra N y B, aún es visible. Finalmente desaparece. La secuencia final fué Y-N-B. Permanecerá ahí hasta betoasaber cuando, quizá el aire comprimido algun día la expulse del interior del teclado. Y la pestaña seguirá vagando en este mundo lleno de pestañas que pertenecieron a tantos ojos distintos.
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