30.10.03

Abordamos muy a tiempo y casi casi a la hora indicada en el boleto, el avión comenzó a moverse. Dos horas más y llego a tijuana, cool. De volada me entró un sueño rico por haberme desvelado los dos días anteriores, la niña de al lado, de quien me separaba el asiento de en medio y nuestras bolsas, iba estudiando o algo así, tenía unas hojas en inglés y un marcador fluorescente. Antes de salir de mi casa me había comido una quesadilla con jamón, me acordé de la bolsita de botana barcel que dan como "snack" que tiene unos tipo cheetos muy buenos y pensé por qué no? A veces pido una cheve, pero como los días anteriores ya había tomado algo de cheve, esta vez la elección sería apple juice.

Empecé a leer y no aguante mucho, apagué mi lucecita, la vecina seguía leyendo y yo me quedé bien dormida. Siempre pido pasillo, ruego porque no se siente nadie en medio (o que no vaya lleno el avión para poder cambiarme de lugar), es de lo más incómodo cuando somos tres personas y uno es el sandwich. En pasillo yo me siento un poco menos ahogada, aunque una vez casi me atropella el pie la sobrecargo con su carrito, además que me despertó bruscamente, desde entonces tengo más cuidado de que mis pies queden paralelos a mi cuerpo, lo más que se pueda.

Me desperté cuando avisaron que iban a dar inicio a su servicio de cortesía o una onda así, chequé la posición de mis pies, por aquello de los accidentes, confieso mi desilusión cuando me dieron una bolsita de botana que no se me hizo conocida, la abro y efectivamente, mmmm.... ya me la cambiaron, ahora son unos tipo fritos con limón, en fin, me los comí bebiendo jugo de manzana. Leí otro rato y me volvió a dar sueñito. Dije (no dije, pensé), una hora más y llegamos, uhu!!!

Me despierta la voz del capitán diciendo que estábamos cerca del aeropuerto de hermosillo (eso a mi qué?, pensé), donde íbamos a aterrizar debido a que en tijuana era imposible por la neblina, y esperaríamos ahí hasta que dieran autorización para llegar a tijuana. Ví la hora, creo que no eran ni las doce (ya con las 2 horas de diferencia). Por más que quise autoconvencerme que la espera duraría poco, mi lado lógico decía que era imposible que mejoraran las condiciones a esas horas y que lo más probable era que nos quedáramos ahí toda la noche. De rato el capitán nos avisa que la salida estimada era a las 6 de la mañana, ching... madre.

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